Siempre tuve deseos de tener este espacio infinito para la escritura que puede brotar y recorrer en segundos este universo nuevo, asombroso, fugaz… Me despertaba curiosidad el impacto instantáneo que aquí cobran las frases, las historias únicas, las repetidas, las construidas. Sentía temor también del público invisible y vasto que aguarda en cada rincón de este mundo. Pero ya tengo una técnica para esta reservada timidez: le escribo a alguien, como si redactara una carta que algún día leerán.
En la primera entrega de este blog compartí la emoción ingenua de la primera entrada a la web bajo mi responsabilidad, bajo mis preceptos, bajo mis reglas, bajo mis principios, descubriendo esta seductora dualidad de periodista- editora. Hoy ya tengo más claras las ideas que quiero proponerle. Así descubrirán un poco de mí, de mis anécdotas, de las de otros, de la visión que tengo de mi país y sus pasiones.
A esta altura de la presentación muchos se preguntarán quién escribe tan ingenuas líneas en una competencia donde conviven las monstruosas transnacionales de la comunicación, los científicos, los artistas locos, el adolescente precoz y los escritores frustrados. Pues bien, esta aprendiz de periodista como alguien suele llamarme (apelativo que no rehúso por respeto a los maestros de esta profesión “maldita”) le mostrará a través de algunos artículos la dimensión de las ilusiones y los sueños que desde esta parte del mundo se tejen, con más o menos trabajo.