Lo difícil de encontrar el equilibrio entre la omnipotencia del mercado y el absoluto poderío del estado ( llamado demágogicamente poder del pueblo ) radica en la naturaleza humana propensa siempre a la insatisfacción y al gozo en el poder.
Si no corriéramos el riesgo de corrompernos ante la posibilidad real de tener, quizás construir ese sistema ideal dejara de ser utopía para convertirse en realidad.
So pena de parecer pesimista, no encuentro hoy una posbilidad real en ninguno de los sistemas conocidos. Incluso, miro con recelo la ya portentosa publicidad de las llamadas alternativas en cualquiera de sus formas. Todas van lastradas de esa insoportable insolencia, mayormente solapada en contra-discursos, de quien se cree dueño de una verdad.
Prefiero entonces estar en medio de ese cosmos nuestro y no dejarme llevar por las filiaciones, cuya naturaleza exclusiva frente a los disidentes y diferentes ha sido harto probada; y vivir con la conciencia y el sentimiento como brújulas.