jueves, 13 de octubre de 2016

Crónica a una cumpleañera

Yo no me acuerdo de nada. O mejor dicho de muy pocas cosas. Eso ya lo sabes. Pero lo que si recuerdo clarito fue el día que naciste y el momento en que te trajeron a la casa. Serían como las 4:20 pm porque yo iba saliendo de la escuela cuando vi acercarse la máquina de papi. Y corrí. Y cruzé la calle sin mirar.Si ya sé que no se debe hacer! Pero entiende que no todos los días recibe una una hermanita acabada de nacer.
Mami te cargaba en brazos y yo apenas alcanzaba a verte. Estabas envuelta en mil y una sábanas y sólo asomabas la cabeza llena de muchísimos negros cabellos. Cómo es posible que tenga tantos cabellos si apenas ha nacido? Me cuestionaba yo entonces mientras la casa se iba llenando de toda la familia y los vecinos ansiosos por saludarte y darte la bienvenida.
Te colocaron el cuna, la misma en la que yo había dormido. Desde ahí empezaría la historia de herencias! Entonces te vi bien: diminuta y curiosa, mirando soñolienta el nuevo universo que te ofrecíamos.
No me dejaron cargarte, obviamente. Pero bueno, ya tendría, luego esa experiencia y otras miles más!
Así es como recuerdo, o me invento, la primera vez que te vi. Desde entonces agradezco a nuestros padres y a Dios el regalo de tenerte.


A Diana Mary Cano Rodríguez