lunes, 6 de enero de 2014

- La decisión de Tía Mary




Mi primer entrada en este espacio para el nuevo año se la dedico a una persona especial a la que conocí en los últimos días del 2013.

El sueño de Tía Mary fue siempre el mismo. O al menos así lo confiesa hoy, a sus 100 años, postrada ya en una silla de ruedas en el enorme recinto de Santovenia. Dedicar su vida a Dios y al servicio de su prójimo, tal como establecen las sagradas escrituras, ésa, dice, fue siempre su ilusión.
Cuenta que de la mano de una familia muy católica para la que trabajó como doméstica en su juventud, aprendió de la palabra divina y la asumió como fundamento para su existencia. Con ellos vivió durante muchos años y llegó a creerlos parte de su familia biológica, aquella grande pero dispersa por la precariedad de la época.
Mary era una de los diez hermanos, con la ausencia repentina de su padre tuvieron que asumir su sustento. El desafío fue sobrevivir.
Pero Mary está aferrada hoy a recuerdos o tretas de su longeva mente donde abundan los perros, los dientes, la fuerza militar. Enlaza anécdotas cotidianas con rezagos añejos que, definitivamente marcaron su vida. Habla de los presentes y de los que no están. Le teme a las noticias de las ausencias y las muertes por tal motivo para ella todos siguen vivos.
 Conocerla fue lo más conmovedor y triste que me ha ocurrido. Olvidé las angustias personales, los anhelos, las ambiciones porque allí ya no hay vuelta atrás, ya la vida se va acabando y el remedio es estar.
Mary decidió vivir y terminar sus días así. Yo decidí no dejarla sola, nunca más.

1 comentario:

  1. Bonito artículo.
    La has seguido viendo?

    Saludos,
    omar romeo
    omar_romeo309@hotmail.com

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