Yo no me acuerdo de nada. O mejor dicho
de muy pocas cosas. Eso ya lo sabes. Pero lo que si recuerdo clarito
fue el día que naciste y el momento en que te trajeron a la casa.
Serían como las 4:20 pm porque yo iba saliendo de la escuela cuando
vi acercarse la máquina de papi. Y corrí. Y cruzé la calle sin
mirar.Si ya sé que no se debe hacer! Pero entiende que no todos los
días recibe una una hermanita acabada de nacer.
Mami te cargaba en brazos y yo apenas
alcanzaba a verte. Estabas envuelta en mil y una sábanas y sólo
asomabas la cabeza llena de muchísimos negros cabellos. Cómo es
posible que tenga tantos cabellos si apenas ha nacido? Me cuestionaba
yo entonces mientras la casa se iba llenando de toda la familia y los
vecinos ansiosos por saludarte y darte la bienvenida.
Te colocaron el cuna, la misma en la
que yo había dormido. Desde ahí empezaría la historia de
herencias! Entonces te vi bien: diminuta y curiosa, mirando
soñolienta el nuevo universo que te ofrecíamos.
No me dejaron cargarte, obviamente.
Pero bueno, ya tendría, luego esa experiencia y otras miles más!
Así es como recuerdo, o me invento, la
primera vez que te vi. Desde entonces agradezco a nuestros padres y a
Dios el regalo de tenerte.
A Diana Mary Cano Rodríguez
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